A diferencia de los otros reyes del Cercano Oriente, el soberano egipcio era considerado como un dios. Reinaba como Horus, durante su vida, y como Osiris, después de muerto, en el más allá.
Desde la V dinastía, por influencia de los sacerdotes de Heliópolis, se lo denominó, además "hijo de Rá". El faraón era el máximo jefe político, administrativo, militar, judicial y religioso.
Los funcionarios: el sector intermedio de la pirámide
El sector intermedio de la pirámide social estaba integrado por los funcionarios de la administración, los sacerdotes, los oficiales del ejército, los escribas y los artesanos especializados.
El faraón compensaba los servicios que prestaban estos súbditos, mediante la concesión de tierras o de parte del botín procedente de las campañas militares.
Los funcionarios tendían a transformar sus cargos en vitalicios y hereditarios.
Los campesinos: la base de la pirámide
La mayoría de los egipcios cultivaban los campos. La actividad agrícola era fundamental, pero su ciclo no ocupaba todo el año, de manera que los campesinos podían ser convocados por el Estado, para trabajar en las obras de irrigación o en la construcción de templos, palacios o sepulcros de los reyes. También integraban los contingentes militares.
La religión egipcia
Los egipcios adoraban a muchos dioses a quienes consideraban señores de la región en la que se erigían templos. Algunos de ellos tenían gran popularidad en todo Egipto: Ra, Osiris, Isis, Horus. El sincretismo fue uno de los rasgos típicos del pensamiento religioso egipcio. Este pueblo intentaba encontrar la armonía entre los opuestos, así como en el desierto y el valle, se hallaban reunidos bajo una misma corona.
La vida en el mas allá
Durante el Reino Antiguo, sólo el rey accedía a una vida después de la muerte, junto con sus familiares y funcionarios más favorecidos. Pero después de la convulsión política y social del Primer Periodo Intermedio, los antiguos valores tambalearon. De allí en más, todo egipcio podría acceder al otro mundo si pasaba el juicio ante Osiris, después de haber vivido con justicia y rectitud.
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